(Argentina, 2008, Digital HD, 75’, AM18)
Dirección: Andrés Di Tella. Con testimonios de Héctor Puricelli, Raúl Amadori, Juan José Estévez, Nazareno Serraino, Juan Serraino, Daniel Cabral, Jose Carlos Depetris
Apenas concluida la ‘conquista del desierto’ -la guerra del gobierno argentino contra las tribus autóctonas- el polígrafo Estanislao Zeballos recorrió la Pampa en 1879 con el objetivo de describir el territorio conquistado y trazar el primer mapa científico de la región. Tras los pasos de Zeballos, el realizador va en busca de algún rastro de aquel exterminio, hoy olvidado.
“La gran película perdida (y encontrada) de Andrés Di Tella. Digo ‘la gran película perdida de Andrés Di Tella’ porque creo que es su mejor película y, que yo sepa, no ha tenido estreno oficial. Y además, Di Tella me parece uno de los mejores cineastas argentinos de la actualidad, que cultiva un perfil bastante bajo que hace que no se le haya brindado aún el lugar que como cineasta merece. Como está entre lo mejor que se ha filmado en estos años, creo que se trata de una omisión grave. (…) ¿Cuál es el ‘Antiguo país del diablo’ que nomina Zeballos? Es la Argentina. Una vez más: el proyecto fallido de una nación. Podríamos decir: Di Tella filma nuestro Nacimiento de una Nación. Bastante distinto al de Griffith, aunque en algo se le parezca: también señala un camino posible (ya no necesario) para el cine. Zeballos documenta el etnocidio. Di Tella denomina a Zeballos: ‘un documentalista, como yo’. Esta nominación determina un lugar de enunciación y una perspectiva cinematográfica. Habría muchas maneras de contar la historia del crimen sobre el que se funda nuestra identidad nacional, por ejemplo: asumir una voz neutra y desencarnada. Pero Di Tella prefiere caminar él mismo por las huellas de Zeballos, aproximarse a la mirada de ese hombre, buscar qué quedó del proyecto de aquellos argentinos del siglo XIX. Y lo que encuentra es una llanura extrañamente desolada, fantasmal, poblada de almas en pena. En armarios de museos etnográficos distribuidos por el territorio bonaerense se guardan cráneos numerados de los indios muertos. También hay quien conserva retratos fotográfícos de esos pobladores mirando a cámara con ojos profundos e interpelantes, que Di Tella reserva para el final. El país del diablo termina con esas miradas silenciosas. Una vez más, como en sus anteriores películas, es a través de la realización del film que Di Tella consigue una restitución de lo dañado. No es obturando la falla como se logra esa restitución, sino señalándola con la cámara: la Zanja inconclusa, el desierto aún desierto, los huesos numerados, las caras que nos miran, el silencio. Se trata de la película más oscura de su filmografía y, seguramente, de la mejor, la que logra condensar la idea de la identidad fallida y su aproximación desde una mirada corporal”. Oscar Cuervo
Martes 3/12, 18:00 hs.