La amante
(Hedi, Túnez, 2016, DCP, 88’, AM13)
Dirección: Mohamed Ben Attia. Con Majd Mastoura, Rym Ben Messaoud.
Túnez, tras la primavera árabe. Hedi es un chico de 25 años que trabaja en un concesionario de autos y está a punto de casarse con una chica elegida por su familia. Pero se enamora de una guía turística y se planteará rebelarse contra los que han diseñado su vida.
2016: Festival de Berlín: Mejor ópera prima, Mejor actor (Majd Mastoura)
2016: Festival Internacional de Valladolid – Seminci: Sección oficial
«Más allá de la cuestión de su origen africano -continente cuya producción cinematográfica no suele llegar hasta estas costas y que, por esa misma razón, puede antojarse como algo exótica- la ópera prima del tunecino Mohamed Ben Attia juega en ligas narrativas relativamente tradicionales: en su relato acerca de un joven inmerso en una disyuntiva que puede alterar completamente su futuro personal pueden apreciarse algunas de las mejores armas del cine “autoral” a la europea. Hedi (el nombre del protagonista y, a su vez, el título internacional de la película), habitante de la ciudad de Kairuán, en el noreste de Túnez, parece haber vivido toda la vida bajo la sombra de su madre, figura de poder y autoridad a la cual el término matriarca le queda chico, y la de aquel hermano mayor que ha emigrado a Francia en busca de mejores oportunidades, casándose y formando allí una familia. El muchacho trabaja como vendedor en una concesionaria de vehículos Peugeot, donde parece irle relativamente bien en términos económicos, y está a punto de desposar a una bella joven a la cual apenas si conoce, en un típico caso de matrimonio convenido con antelación (y conveniencia) por ambas familias según el ritual musulmán local.
Pero (y aquí ese “pero”, bajo el disfraz de la casualidad, es esencial al nudo del conflicto), durante un viaje de trabajo temporario a una ciudad costera cercana, Hedi conoce a otra mujer. Rym es una empleada del hotel donde se aloja, encargada de entretener a los huéspedes con juegos y bailes, por la cual comienza rápidamente a sentir cosas completamente inesperadas y desconocidas, encendiendo las primeras luces de la pasión y abriendo un resquicio para una libertad que le parecía vedada. En otras manos o con otras intenciones, la misma historia podría haber zigzagueado hacia el terreno del sentimentalismo, el melodrama convencional y/o hacia un típico relato “exotista” sobre los lastres culturales que las sociedades imponen a los individuos. El mayor logro de Ben Attia –cuya película participó de la Berlinale hace dos ediciones, llevándose a casa dos premios importantes, entre ellos el de mejor ópera prima– es haber logrado un relato que concentra gran parte de su potencia en los detalles. Un film que logra ir más allá de los mojones que el guion disemina como puntos de quiebre o del vaporoso suspenso que el realizador maneja hábilmente para mantener atrapado al espectador”.
Diego Brodersen – Diario Página12