Atlántida
(Atlántida, Argentina, 2014, DCP, 88’, AM18)
Dirección: Inés María Barrionuevo. Con Melisa Romero, Sol Zavala.
Verano, enero, Córdoba, pueblo, 1987. Dos hermanas adolescentes, Elena y Lucía, están solas en casa. La menor está enyesada y molesta con fruición a su hermana mayor, que piensa en cómo salir de ese pueblo, para estudiar y para vivir de otra manera, más allá del chisme pequeño de club de pueblo, de la barra del pueblo, de las motitos y la pileta, y de quién apretó con quién. También están los chicos que viven y trabajan en el campo, un médico joven, pero mucho mayor que Elena, una conexión entre Lucía y una amiga de su hermana, algunos conflictos por otros lados…
De Atlántida me conmovió el relato que, coral, revela el deseo como miel impregnando a todo, volando en el aire de ese pueblo. Deseo inevitable que conoce de límites sólo para intensificarse, que atraviesa prejuicios de clase, de género y de edad, como (¿acaso única?) fuerza liberadora que se abre camino en la vida interior de los personajes.
Para verla, creo que es clave ponerle atención al lenguaje que elige Inés, de construcción simbólica -muleta, yeso, natación, helado- desde el cual pinta el fresco de una sociedad donde conviven los raros, los funcionales, los viejos, los niños. El hallazgo, en este nivel, creo que está en el fino tejido de estos símbolos: bloqueos, parches y liberaciones de los afortunados en encontrar (¿buscar?) su Atlántida.
Ignacio Cavina